Brasília, 28/4/04 - Agência Brasil - De 1985 a 2003, 1349 personas fueron asesinadas en el campo, cifra divulgada ayer por monseñor Tomás Balduino, presidente de la Comisión Pastoral de la Tierra, a la Comisión Parlamentaria Mixta de Investigación del Congreso Nacional.
Según el religioso, sólo 75 de los homicidios se han juzgado, 64 ejecutores han sido condenados y 44 absueltos, lo que caracteriza el el crecimiento de la impunidad en el país, que se torna la gran incentivadora y promotora de crímenes contra campesinos.
Monseñor Balduino informó también que los crímenes por posesión de tierra aumentaron en el gobierno Luiz Inacio Lula da Silva. En 2003 73 trabajadores rurales sin tierra fueron asesinados, y explica que ese aumento muestra que cuando el gobierno no reprime los movimientos sociales, como suele ocurrir en Brasil, el poder privado del latifundio se encarga de hacerlo.
En rueda de prensa el obispo comentó que las muertes aumentaron en el gobierno Lula porque hubo una expectativa muy grande de los trabajadores rurales desempleados, lo que estimuló y engrosó el contingente ávido por tierras para trabajar, y los asentamientos promovidos por el gobierno están muy lentos, y recomienda que el gobierno descubra los lugares donde se producen los incidentes por reforma agraria, recordando que uno de los más poderosos instrumentos de dominio y concentración agraria es la posesión ilegal de tierras. Datos del Incra muestran que 100 millones de hectáreas están en manos de dueños ilegítimos.
Para el obispo, las tierras vendidas a extranjeros y a empresas multinacionales son otros factores que dificultan la reforma agraria, y el agronegocio, principalmente en el centrooeste, donde actúa el religioso, también desempeña un papel negativo para la reforma agraria.
Es el modelo preocupado con la ganancia, siempre concentrado en pocas manos, con dispensa del trabajo asalariado por la introducción de máquinas y por la modernización a través de la informática, y como se trata de monocultura para exportación, crece siempre la demanda por tierras, expresa monseñor y concluye afirmando que el centrooeste es una de las regiones que presenta el más alto índice de violencia, paraiso del agronegocio y al mismo tiempo el infierno de la violencia contra los trabajadores.
Traductor: Jaime Valderrama