Alana Gandra, Christiane Peres y Valtemir Rodrigues
Reporteros Agencia Brasil
Brasilia - Tras ocho años de la firma del Protocolo de Kioto, en Japón, el tratado internacional que prevé la reducción de emisiones de gases causadores del efecto invernadero, entra en vigor este miércoles sin la participación de Estados Unidos ni Australia. A partir de esta fecha los países signatarios deben desarrollar proyectos para disminuir la emisión contaminadora en el 5,2% de la tasa de 1990, para lo que los países tienen plazos que van de 2008 a 2012.
Según el coordinador general de Estudios de Cambios Globales del Ministerio de Ciencia y Tecnología, José Miguez, en Brasil habrá pocos cambios ya que este proceso ya lleva algunos años, explicando que lo que va a ocurrir es que más empresas y proyectos se someterán al gobierno para registro como proyectos de mecanismos de desarrollo limpio.
Miguez recuerda que Brasil es precursor respecto al protocolo, y que el mecanismo de desarrollo limpio aprobado en la Organización de las Naciones Unidas fue un proyecto brasileño en un terraplén de Nova Iguazú, Rio de Janeiro, y que para este año se espera la aprobación de otros treinta proyectos.
El coordinador observa que más que recursos, esos proyectos pueden significar para Brasil mejores condiciones sanitarias y de salud, porque proporcionan cambios en la calidad de vida, en la generación de empleos y en la electricidad, usando fuentes renovables de energía, y afmirma que en 21 años, cada proyecto puede reducir las emisiones en 14 millones de toneladas.
Brasil puede tener mucho a ganar con la entrada del Protocolo de Kioto, según Miguez. El protocolo prevé la venta de crédito de carbono, con lo que el país gana en todos los aspectos. Con la compra de créditos de carbono los países desarrollados, que necesitan emitir mucho carbono, pueden cambiar certificados de emisión con los países en desarrollo y con ello continuar emitiendo el gas durante algún tiempo.
Estudios de la Fundación Getulio Vargas muestran que ese mercado tiene potencial de movimiento de US$ 3.500 millones por año en Latinoamérica y gran parte de ese potencial es relativo a proyectos en Brasil.
Traducción : Jaime Valderrama
