Varios países aplican medidas para reducir daños causados por drogas

19/11/2004 - 13h50

Brasilia - En Holanda aún existen espacios seguros donde se pueden usar drogas blandas, en cafés, donde los toxicómanos pueden comprar hasta cinco gramos de cannabis por día. El porte de hasta 30 gramos de ese producto, para consumo propio, no se considera delito, lo que no significa que allí esté legalizado el uso de drogas, ya que fuera los casos citados, la constitución holandesa prohibe el porte, la venta, la producción y el tráfico de estupefacientes. La creación de tales lugares se dio dentro de una política de reducción de daños, aplicada en el país europeo desde la década 80. Otros países han adoptado acciones semejantes, como Suiza.

Según el secretario nacional Antidrogas de Brasil, Paulo Roberto Uchoa, Suiza abrió plazas para el consumo de drogas, pero acabó cerrándolas, porque aumentaron los problemas de salud pública, la criminalidad, la importación de toxicómanos, y el narcotráfico, y añade que la propia Holanda vive un problema con tales cafés, porque sus dueños tienen que comprar la droga en el mercado ilegal.

Las experiencias muestran cuan polémica es la adopción de medidas para reducción de daños causados por la drogadicción. La mayoría de los países prefiere la represión, en el combate a la toxicomanía, y a pesar de las altas inversiones en leyes y acciones antidrogas, el número de drogadictos continúa alto. Según un estudio de la Beckley Foundation, divulgado este año, Estados Unidos destina cerca de US$ 30 mil millones anualmente a esta acción, y de acuerdo con el informe 2004 de la Oficina de las Naciones Unidas contra Drogas y Crímenes, en el mundo hay 185 millones de drogadictos.

Según la presidente de la Red Brasileña de Reducción de Daños, Giselda Turenzio, Australia, Brasil, España y parte de Estados Unidos adoptan esa política, y la propuesta es la de aplicar acciones más humanas a los drogadictos y disminuir la oferta y la demanda de drogas, además de reducir los daños a la salud del consumidor, como el contagio de hepatitis B y Sida, por lo que incluyen acciones como distribución de jeringuillas y agujas esterilizadas a drogadictos. Las campañas preventivas contra el abuso del alcohol también están dentro de este contexto.

Para Turencio, los beneficios se revelan en la disminución de la discriminación de los toxicómanos, y explica que en el caso de Brasil, los drogadictos, principalmente los que usan drogas inyectables, son muy marginalizados, lo que hace que huyan de los servicios de salud para tratamiento, por miedo de denuncias, y que el programa de reducción de daños está cambiando esa situación.

Agencia Brasil
Reportera: Iara Falcão
Traductor: Jaime Valderrama
19/11/2004