Reseña histórica del cine brasileño

17/11/2004 - 12h12

Brasilia - Con casi 100 años de existencia, el cine brasileño obtiene nuevo aliento y a pesar de que la producción cinematográfica aún es pequeña, el país ha logrado representatividad en el exterior. Películas como Ciudad de Dios, de Fernando Meirelles, indicado para cinco óscar, colocan a los productos nacionales al lado de otros internacionalmente consagrados, pero antes de pasar por ese aumento en la popularidad, el cine brasileño enfrentó innumerables dificultades hasta haber estado muy próximo a la extinción.

La historia del cine en Brasil es antigua, los primeros proyectores cinematográficos llegaron al país en 1896, traídos por emigrantes europeos. Al principio se presentaban pequeñas películas extranjeras en centros de diversión de Rio de Janeiro, hasta que en 1907 tuvo lugar la primera producción brasileña, que coincidió con la llegada de la electricidad a la ciudad. Era la película Los Estranguladores, una producción independiente de Antonio Leal, de 40 minutos de duración, basada en un crimen cometido en la "Rua da Carioca".

La primera productora, creada en 1931 fue Cinedia, que hizo películas como Aló Aló Carnaval, de 1936, y en 1949 surgió la Compañía Vera Cruz, la más moderna empresa cinematográfica de la época, cuyo objetivo era el de crear en Brasil la misma estructura cinematográfica de Hollywood, pero sólo produjo 17 películas hasta ir a la bancarrota en 1954.

En ese mismo periodo surgieron producciones independientes, pero fue a fines de la década 50 que el cine nacional se consolidó, con el Cine Nuevo, un movimiento cinematográfico que ofrecía al público una nueva lectura de la realidad brasileña, principalmente en cuanto al hombre del semiárido y su lucha por la supervivencia. Era una forma de manifiesto contra la inercia de las autoridades en relación a la sequía que castigaba al pueblo nordestal. Películas como Vidas Secas (1963), de Nelson Pereira dos Santos, y Dios y el Diablo en la Tierra del Sol (1963), de Glauber Rocha, fueron algunas de las más imortantes de la época.

A principios de 1970 el Cine Nuevo empezó a perder fuerza para la "Pornochanchada" una producción popular que explotaba con humor y leve erotismo la sexualidad brasileña, y que llevó al público a los cines para reírse y divertirse. En la década 80 creció la necesidad de hacer cine para el exterior. La apertura política de la época favorecía la discusión de temas hasta entonces inéditos como Avante Brasil, de Roberto Farías, la primera película a discutir la tortura.

El resurgimiento

En la década 80 el cine brasileño empezó a perder ritmo, lo que reforzó la presentacion de producciones extranjeras. En el primer semestre de 1980 se presentaron 42 películas nacionales contra 154 extranjeras. La preferencia del público por lo extranjero era clara, pues las peliculas brasileñas contaban con sólo un tercio de la billetería de las extranjeras. Durante los años siguientes, las producciones cinematográficas brasileñas casi que se limitaron a asuntos infantojuveniles.

En 1993 se rotomó la producción nacional a través del Programa Banespa de Incentivo a la Industria Cinematográfica y del Premio Rescate Cine Brasileño, instituido por el Ministerio de Cultura. Con ello, los directores pasaron a recibir financiación para la producción, finalización y comercialización de las películas. En 1994 el cine brasileño retomó su popularidad con Carlota Joaquina, Princesa de Brasil, de Carla Camurati, y poco a poco las producciones fueron reapareciendo, como El Cuatrillo (1995), de Fabio Barreto; ¿Qué es eso, Compañero? (1977), de Bruno Barreto; y Central de Brasil (1998), de Walter Sales, que representaron a Brasil en festivales extranjeros y algunos de ellos indicados al óscar.

Agencia Brasil
Reportera: Monique Colares
Traductor: Jaime Valderrama
17/11/2004